Día de la libertad de prensa: ¿sin censura?

Día de la libertad de prensa en Uruguay

Día de la libertad de prensa en Uruguay

El Día de la libertad de prensa en Uruguay tiene que invitarnos a reflexionar acerca de la censura en nuestro país. Lo que ocurrió recientemente entre Mario Bardanca y la empresa Tenfield evidencia que los periodistas en Uruguay no siempre gozan de buena salud a la hora de informar y opinar.

 

 

El día de la libertad de prensa me trae algunos malos recuerdos. Era el año 1998. En lo personal trabajaba en el extinto diario La Mañana ubicado en el Centro de Montevideo, si no me falla la memoria por la calle Paysandú. El editor responsable me pide que realice una nota sobre una cooperativa y enseguida me pongo en campaña para entrevistar a las autoridades y trabajadores.

Cuando comienzo a realizar las entrevistas percibo que algo no estaba bien. Pedí más tiempo para terminar la nota e inicié una petit investigación. Lo que pude detectar es que la Comisión Directiva de la cooperativa había fraguado los números de los balances y a partir de allí los trabajadores meditaban una denuncia penal.

Con la información que había recopilado en unos tres días de preguntar, leer, volver a preguntar y repreguntar, escribo en un par de horas una nota articulando los distintos puntos de vistas sobre la situación de la cooperativa, aunque mostrando evidencias que perjudicaban a las autoridades.

A la hora 20 entrego el artículo para su corrección ortográfica sabiendo que en la mañana la nota iba a tener repercusiones y tenía que prepararme para continuar investigando. Al otro día llego al diario y tomo un ejemplar para ver en qué lugar habían colocado mi artículo. Busco en las primeras páginas y no estaba, continué buscando hasta llegar a las hojas finales donde estaban los deportes: mi artículo no estaba.

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Inmediatamente me dirijo al editor responsable para preguntarle qué había pasado. Y la respuesta del editor fue contundente: «negociamos con la cooperativa no sacar el artículo y listo». El diario tomó la determinación de recibir una suma de dinero a cambio de no realizar la publicación, lo que significó que mi nota fuera víctima de la censura.

Le comunico al editor mi renuncia y sin mucha preocupación me dice que vuelva a la otra semana para hacer una liquidación (cosa que nunca se hizo, fue su año de cierre). Cuando vuelvo mi sorpresa fue mayor…

Una conocida persona de Malvín (ya fallecida), de corriente pachequista, estaba en la oficina del editor de La Mañana. Lo triste que esa persona había participado dos noches atrás de una marcha del Frente Amplio y había provocado a la policía, lo que derivó en una fuerte represión de las fuerzas del orden. Como lo conocía del barrio le pregunté qué estaba haciendo por ahí. Y su respuesta fue sin ningún tapujo: «vine a cobrar». Le estaban pagando por infiltrarse a una marcha y provocar caos. Y ese dinero lo estaba recibiendo de un diario que se supone debe informar y no operar políticamente.

En una semana me desayuné de dos cosas: lo primero que la censura no era algo del pasado, propio del período dictatorial, sino que estaba vigente y a cualquier escala; lo segundo es que la prensa en general no es neutral, defiende intereses específicos que dependen de los dueños de los medios de comunicación.

Lo que ocurrió con el diario El País y el caso Berríos fue más que evidente. Para defender al presidente de ese entonces, Luis Alberto Lacalle, en lo que se podía presumir como un acto rebelde de las fuerzas militares uruguayas cooperando con inteligencia chilena, El País publicó en tapa una foto de Eugenio Berríos leyendo el matutino en Francia, cuando en realidad, según se comprobó luego, en ese mismo día estaba muerto en las arenas de una playa de Canelones.

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Es cierto que lo que estoy narrando pertenece a la década del 90 en nuestro país y en estos momentos estamos en el 2016. Narro la experiencia que viví y que conocí. No puedo hablar de ningún hecho en particular posterior al 98 porque desde ese momento me retiré del periodismo tradicional.

Pero basta con ver algunas de las denuncias formuladas en estos días por la Asociación de Prensa de Uruguay (APU). El 25 de enero de este año un periodista deportivo fue agredido en Soriano, a fines del año pasado se denunciaba que el diario La República no pagaba los sueldos, lo que afecta directamente el trabajo independiente de sus periodistas, el 9 de marzo de este año la APU se solidarizó con un camarógrafo de TNU que fue agredido cumpliendo sus tareas en el marco del Día Internacional de la Mujer…

Ya nos referimos al incidente Bardanca – Tenfield el día de la inauguración del estadio Campeón del Siglo del Club Atlético Peñarol y en ese artículo mencionábamos otros sucesos de censura en Uruguay, como el de Arellano o Lanata.

Lo cierto es que la censura periodística existe en nuestro país y que la mayoría de lo medios de comunicación no informan de manera neutral.

Y eso que Uruguay lidera en el ranking de libertad de prensa en el continente, no quiero imaginarme lo que ocurre en otros países.

Según la comunicación oficial este año el Día de la Libertad de Prensa adoptará tres perspectivas: La libertad de información como libertad fundamental y como derecho humano; la protección de la libertad de prensa frente a la censura y el exceso de vigilancia; y la garantía de la seguridad del periodismo en Internet y fuera de ella.

Hay todavía mucho para recorrer para que el día de la libertad de prensa pase a ser decorativo, ahora sigue siendo vital tomarlo como un momento de reflexión y denuncia de una realidad que evidentemente no siempre fomenta el acceso igualitario de la información.

 

 

 

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