Su denominación proviene de la deformación del segundo nombre de Juan Balbín González Vallejo, que tenía su saladero en dicho paraje. Hacia 1772 fue pulpero en Montevideo e integró el Cabildo en 1776 como alcalde provincial y depositario general en 1777, 1778 y 1779. En 1808 integró la Junta de Gobierno de Montevideo. Alcanzó la jerarquía de Teniente Coronel. Falleció en 1820.
Otros personajes como José Gestal, natural de Galicia, vino a nuestro país por primera vez en 1787 y se dedicó a la actividad comercial e industrial. Fue el primero en introducir en los puertos de España, en un buque propio el pabellón de la República Oriental del Uruguay.
Juan María Pérez, en una barranca de la playa Malvín, en tierras que arrendó primero a los religiosos franciscanos del Convento de San Bernardino de Montevideo, y que compró más tarde, en tiempo de la República, levantó un molino de agua, hacia 1840, con cimientos de piedras y paredes de ladrillos.
Desde 1887, el molino trabajó casi ininterrumpidamente, a cargo de José Accosano, hasta 1895. Una vez que ya no hubo más agua pasó a servir de lugar de descanso a personajes de la época.
En 1958, el Municipio de Montevideo, bajo la dirección de don Horacio Arreondo, dio comienzo a la restauración del Molino de Pérez, instalándose posteriormente en el edificio renovado la Biblioteca Municipal “Julio Herrera y Reissig”.
Pero Malvín hacia el 1900 era una especie de desierto de arena salpicado por médanos, algunos de los cuales tenían una altura de 20 metros o más.
Los primeros pobladores fueron familias de lavanderas que por el avance de la ciudad fueron dejando los “pocitos”, en busca de algún lugar más propicio para su trabajo. En ese entonces los “pocitos” empezaban a insinuarse como un gran balneario.
Muchas de aquellas familias de lavanderas construyeron sus viviendas, dotándolas de grandes piletas de Pórtland en las que no sólo lavaba ropa la familia, sino que se las permitían usar a lavanderas vecinas.
Generalmente eran las mujeres quienes lavaban y sus esposos e hijos se encargaban de recoger la ropa y entregarla, una vez limpia, a sus clientes, lo que hacían con pequeños carritos o jardineras tiradas por un caballo.
En los primeros tiempos las playas de nuestra zona eran privilegio casi exclusivo de los caballos “pura sangre” que venían de Maroñas a reponerse de dolencias sufridas en la pista de carrera. Por eso junto a las viviendas de lavanderas había muchas caballerizas.
Ya por el año 1920 empezaron nuestras playas a ser frecuentadas por familias, muchas de las cuales construyeron los primeros chalets, que le fueron dando al barrio las características de un verdadero balneario, ocupado solamente en verano.
En aquel momento, muchas de esas familias que no contaban con locomoción propia debían hacer a pie o en charrets alquilados varios kilómetros para llegar a la playa, desde la “parada” (destino) del tranvía Nº 24.
Llegó también la luz eléctrica y los médanos fueron desapareciendo al abrirse nuevas calles. Hacia 1917 quedó habilitada la primera vía de acceso que tuvo Malvín, la calle 18 de Diciembre, y poco después se abrió la Rambla. Posteriormente fue asfaltada la calle Orinoco.
Actualmente, Malvín, que conforma una extensa zona que se conoce por Malvín Norte, Viejo y Nuevo, constituye una de las zonas residenciales con características propias del Montevideo actual.