Entrevista a Carolina Bello: «Quería contar vidas rotas de personajes con o sin conciencia de su imposibilidad»

Entrevista a Carolina Bello: "Quería contar vidas rotas de personajes con o sin conciencia de su imposibilidad" (Foto Eliana Cleffi)
Entrevista a Carolina Bello: «Quería contar vidas rotas de personajes con o sin conciencia de su imposibilidad» (Foto Eliana Cleffi)

Tras leer su nueva novela, El Resto del Mundo Rima, nos propusimos entrevistar a una autora que exhibe una prosa fenomenal y nos deleita con un relato exquisito: Carolina Bello

Carolina Bello escribió una novela preciosa, El Resto del Mundo Rima, de la cual habláramos hace pocos días. Con una prosa bellísima y una conjunción de palabras que seduce al lector el libro recoge una historia particular tras un accidente en la ruta luego de un atraco fallido.

Los personajes se pulen en una estética literaria que nos hace disfrutar de una narrativa de elevada belleza, expresada en un vocabulario rico y consonante.

Al gustarnos mucho el libro decidimos entrevistar a su autora, Carolina Bello, quien amablemente se puso a disposición de nuestro portal para responder las preguntas.

¿Cuál fue, si lo hubo, el disparador para escribir el Resto del Mundo Rima?

Me han gustado mucho las historias que transcurren en escenografías acotadas. La representación del encierro que no es solo un recurso estilístico, sino simbólico respecto al encierro de los propios personajes. Desde el principio entendí que, si la historia iba por ese lado, no podría hacer caso omiso de aquellas obras que me sedujeron y me activaron como Hierro 3, la película de Kim Ki-Duk, o la novela Rabia, de Sergio Bizzio. Entonces las usé como referencias y homenaje. Por otra parte, quería contar vidas rotas, historias de personajes arrojados al tiempo y al espacio como si alguien desparramara un puzzle del que ellos no son parte, pero no lo saben.

¿Qué puntos de contacto tiene con tus novelas anteriores?

Hay varios. Si bien Urquiza transcurre en el Uruguay de los 50 y 60; Oktubre entre Argentina y Chernóbil en 1986 y El resto del mundo rima en Uruguay de 2003 y en los 90, siempre hay una preocupación periodística en la investigación para reconstruir o “inventar de nuevo” – como decía Tomás Eloy Martínez- a la realidad. Por otra parte, otro punto de contacto podría ser la búsqueda –consciente o no- de un propósito. En ese sentido, los vínculos entre los personajes siempre aparecen como un motor, un mecanismo de escape o salvación, lo sepan o no.

La obra presenta dos grandes personajes, Julia y Andrés. ¿Qué hay de ellos en vos? ¿Por qué los elegiste?

No necesariamente hay algo de mí en ellos o viceversa. Hablaría en términos más generales o arquetípicos. Pero un arquetipo oxidado, que no pretende encarnar hazañas memorables. Julia y Andrés son dos personas que no han encontrado la forma de encajar; que nunca se sintieron parte de nada y que han experimentado en sus vidas formas distintas de la violencia. Como ellos, el resto de los personajes. Quería contar vidas rotas de personajes con o sin conciencia de su imposibilidad. En ese sentido, más allá de no coincidir con los aspectos más estrictos de cada uno, creo que sí hay en ellos una visión de mundo que tiene que ver con la desesperanza y con el hilo de papel de arroz que nos mantiene unidos a algo.

Hay un «personaje» que puede pasar desapercibido pero que, intuitivamente (acepto el equivocarme), creo que dice mucho de vos. ¿Proyectás algo de tu vida en Fátima?

Hay algo que evoqué de mí misma para construir ese personaje, relacionado a la vivencia en los veranos de la niñez, en los fondos de las casas de mis amigas en mi barrio natal, el Buceo. Esos fondos tenían la peculiaridad de figurarse como pequeñas selvas, siempre desprolijos e intrincados respecto a nuestros tamaños y nuestra curiosidad de entonces. Quería que la piel de Fátima oliera al hule de la piscina armable mezclado con las gotas de hipoclorito, con la hora de la siesta, con el hallazgo de alguien a quien cuidar que también le diera un propósito. En ella se encarna una mezcla entre lo naif, lo salvaje, lo natural y la vivencia no consciente de la decepción ante la mezquindad ajena.

¿La historia está basada en un suceso real o es todo producto de tu imaginación?

Es todo producto de mi imaginación, excepto el disparador puntual que fue una noticia que daba cuenta de un accidente en el que habían muerto muchas personas y una de ellas había sobrevivido. Siempre me ha llamado la atención el concepto de vivencia ligado a la culpa o al dolor. Eso de seguir hacia adelante luego de una tragedia, porque el tiempo va hacia adelante y obliga.

En la obra aparece una sexualidad femenina con algunas características. Desde el punto de vista de género cómo evaluás la sexualidad en la mujer tomando como referencia el año en que se enmarca la novela y la actualidad?

La sexualidad es uno de los temas de la novela, sobre todo la sexualidad en la infancia: el despertar, la masturbación, la represión, el placer asociado a la culpa. En el caso de los personajes femeninos, todas viven diferentes circunstancias con su sexualidad y en algunos casos sucesos experimentados en la infancia, han determinado psíquicamente formas de comportamiento y accionares como en el caso de Nibia, la madre de Andrés y Ernesto. La sexualidad se plasma en el libro entre lo visible y lo oculto. Hay algo que se corresponde con el orden de lo íntimo que es lo erótico y algo que se corresponde con lo forzosamente público, como la pugna por las identidades. La novela plasma el erotismo ligado a lo íntimo, al placer, a la pulsión y a lo perturbador.

Cambiando de eje, ¿qué libro estás leyendo ahora o cuál fue el último que leíste? ¿Qué te dejó?

Estoy leyendo Yo soy el que no está de Fidel Sclavo, su primer libro. Hay libros que me dan ganas de escribir, que ponen en marcha un mecanismo porque activan resortes que suenan adentro. Con este libro me pasa eso. Una no historia –porque no hay al parecer un conflicto a nivel trama que resolver- sino el gran conflicto de la existencia que se va narrando en párrafos inconexos y llenos de sentido. Por otra parte, está el placer que genera el texto: con observaciones pequeñas y reveladoras, acaso como sus dibujos.

Carolina Bello
Gracias Carolina Bello! (Foto Eliana Cleffi)

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *