Cuentos de Verano por Luis Albornoz: De todo «un poco»
En esta sección de Cuentos de Verano por Luis Albornoz les presentamos el relato titulado De todo «un poco». Un cuento fresco para estos días de intenso calor
De todo “un poco”.
Sabemos que hay cosas que no existen. Por ejemplo, en geometría las figuras contradictorias como “círculos cuadrados”. Pero tampoco existen otras figuras geométricas no-contradictorias, como por ejemplo, los triángulos. Lo que existen son objetos con formas triangulares. Pero nosotros, los humanos, necesitamos modificar “un poco” esos objetos, es decir, necesitamos “idealizar” esas formas (en el sentido de ideas, no de ideales), para poder pensar ciertas relaciones espaciales. E incluso necesitamos dibujarlas. Por ejemplo, antes de la informática (y ahora no sé), era imposible dibujar un triángulo perfecto (siempre iban a haber mínimos, imperceptibles, trazos irregulares), por más que el niño creyese que lo hacía, cuando pasaba el lápiz por el contorno de una escuadra apoyada en un papel. Por eso, el razonamiento geométrico consistía, en hacer interpretaciones correctas, con figuras defectuosas.
En sentido estricto (entendiendo por tal, en sentido “físico”), tampoco existen los colores. Lo que existe es la luz y su distribución uniforme. ¿Y los colores? Los colores son el resultado de una interacción. El resultado del impacto de la luz sobre cuerpos opacos y su recepción en nuestro aparato visual, que transforma la distribución uniforme en una escala cromática. Nadie pensaría, que yo sepa, que nuestra visión es defectuosa por eso, sino que es un instrumento de nuestra evolución como especie, para interactuar mejor con el entorno. Del mismo modo que nadie pensaría, que nuestra visión debería ser como una visión de “rayos X”, porque de ese modo sería imposible, ver ciertas formas y ciertos volúmenes. Y esto último, nos presentaría muchas dificultades, para experimentar (a nuestro modo) una atracción física por alguien (o por algo). De modo que, si me permiten la hipérbole, necesitamos (como especie) modificar “un poco” la física “en sí misma”, para experimentar precisamente una atracción, física.
Habría más ejemplos de otros campos. Pero para muestra, basta un botón (eso se decía por lo menos, cuando existían las mercerías). Estos “un poco” y otros por el estilo, son los que hacen evolutivamente la diferencia. En los ejemplos, tanto en el campo natural de la visión, como en el campo cognitivo del razonamiento geométrico.
Pero también pueden hacer la diferencia al revés. Por ejemplo, en el campo de la construcción (física). Una anécdota, quizás lo pueda ilustrar mejor. Hace unos años, fui a visitar a un amigo, arquitecto, que vivía en el último piso de un edificio alto, cuya obra él mismo había diseñado y dirigido. Cuando entré a su apartamento, me sorprendí porque era una especie de “loft”, con muchas vigas verticales en todo el espacio, que no parecían cumplir ninguna función y que era evidente que no estaban ahí con fines decorativos. Yo consideraba que él, estaba ¿cómo decirlo?, un poco chapita. Había algunos indicios menores, no del todo concluyentes, pero que ameritaban la sospecha. Los bigotes engominados y usados al estilo Dalí, ya daban una cierta sensación. Pero el indicio más fuerte, era que aseguraba que todo el edificio lo había construido siguiendo algunas orientaciones de Chopra y supongo que las orientaciones no eran las cardinales, ni referidas específicamente a la construcción. (Nota al lector: ahora no se me enojen los/las/les de la New Age, Chopra debe ser un tipo bárbaro, en todo el sentido imaginable de la expresión). Seguimos. Yo decía todo que “sí, claro”, porque después de todo, él estaba en su casa. Pero después de un par de Johnnies rojos puros, me animé a preguntarle por esas extrañas vigas, en el medio de todo el loft, si tenían algún significado y cual sería.
El tipo, que al momento, me aventajaba en muchas cosas y especialmente en los Johnnies, me dijo algo así como: “¿Eso? Naa, lo que pasó fue que cuando hice el diseño y se empezó la obra desde los cimientos y el sótano (yo tenía entendido hasta entonces, que así empezaban todas), hice “un poco” de errores, casi milimétricos e imperceptibles, que al ir avanzando la obra piso por piso, fueron tomando cada vez más volumen y ya no lo podía modificar. En los pisos intermedios, los fui tapando con las paredes de las habitaciones. Pero cuando llegué al último piso, que tenía que ser un penthouse con terraza, me quedó así. Y cómo en este estado, no se lo podía vender a nadie, opté por venirme a vivir aquí”.
Sí, es verano. Son días de descanso, de playa y de almuerzos tardíos. Y quizás de siestas prolongadas. Pero ¿y después? Después te quiero ver, cuando te entre eso que a todos nos entra, cuando cae la tarde. Ante eso, hay que echar mano a algo. Así que, antes que un noticiero, allá vamos, con de todo “un poco”.