El Anillo de Platón, nuevo aporte de Luis Albornoz
El Anillo de Platón, recogido en el libro y en la película El Señor de los Anillos de Tolkien, es nuevo aporte de Luis Albornoz. Preciosa y breve lectura!
El Anillo de Platón.
Como en otra ocasión, el Hermeneuta había traído la historia del “Anillo de Salomón”, ahora trajo a colación el cuento recogido y reconstruido por Platón en una versión, que en realidad se llama el “Anillo de Giges”. Nota al lector: todas estas historias de Anillos mágicos, fue recogido por J.R.R. Tolkien en la conocida saga de “El Señor de los Anillos”, una novela sobre la que se hizo una exitosa película. Platón relata esta historia en “La República” (siglo IV a.C.), concretamente en el Libro II, numerales 360 y siguientes.
Según dice, Giges era un pastor, que por azar encuentra un anillo mágico que tiene la propiedad, de volverlo invisible. A partir de ahí, Platón inicia un diálogo con su hermano Glaucón, sobre como actuaría el Giges invisible. Según Glaucón, todos obramos “bien” o con cierta “justicia” o disimulamos nuestras intenciones más profundas, por temor a las reacciones de los otros, que podrían eventualmente tomar represalias. Pero si Giges fuera invisible, actuaría “según la naturaleza humana”, es decir, abandonaría todas esas coberturas y apariencias retóricas. Y esto será así, porque “ninguno es justo por voluntad, sino por necesidad y que el serlo no es un bien en sí mismo, puesto que el hombre se hace injusto, tan pronto como cree poderlo hacer sin temor” (como puede verse, es una anticipación de la tesis que luego planteara Hobbes, en el siglo XVII, popularizando el “homo homini lupus” y la justificación del Estado absoluto en el “Leviathan”).
Platón se embarca en argumentar la contraria, es decir, que aunque Giges fuera invisible, “si conociera” la verdad y el bien, actuaría “con justicia” en consecuencia. El Hermeneuta trató de exponer con la mayor brevedad posible sus argumentos, pero cuando entró a hablar de los “dos mundos” que sostenía Platón, nuestra Consejera Editorial dijo que ya le había colmado la paciencia y que a pesar que hay gente que parecería “que vive en otro mundo”, el mundo es uno sólo y “punto final”. El Hermeneuta sabía que parte de su estilo de sobrevivencia dependía de los suministros que le llegaban de “Comidas al Toque” (el local de comidas que gestionaba nuestra Consejera Editorial), por lo que metió violín en bolsa, se hizo el distraído, armó un pucho con el tabaco “Cerrito” y empezó a canturrear una cancioncita, mientras la emprendía con su tarea terapéutica de ordenar clavos, broches y tachuelas.