Malvín con los índices más bajos de embarazo adolescente en Uruguay

El embarazo adolescente en Uruguay es elevado. Pero nuestro barrio posee niveles muy bajos

El embarazo adolescente en Uruguay es elevado. Pero nuestro barrio posee niveles muy bajos

 

El embarazo adolescente en Uruguay posee niveles elevados en comparación al resto del mundo (16 % de los nacimientos en nuestro país). Sin embargo Malvín es de los barrios que presentan las cifras más bajas en todo el territorio nacional.

 

 

La tasa de embarazo adolescente en Uruguay se mantiene alta con el correr de los años, fundamentalmente desde 1996. Según un estudio coordinado por el Ministerio de Salud Pública, en la actualidad dos de cada tres adolescentes embarazadas no planificaron su embarazo (el 63 % para ser más precisos).

Pero además en dicho estudio se establece que las adolescentes embarazadas omitieron los métodos anticonceptivos, pese a que demuestran conocerlos y saber dónde obtenerlos.

Por otra parte también se enfatiza que durante los últimos años bajó en nuestro país la edad de iniciación sexual de las adolescentes que quedan embarazadas y aumentó el porcentaje de adolescentes que no utilizan métodos anticonceptivos en su primera relación sexual.

El año pasado de 7.900 recién nacidos en Uruguay, 170 tienen madres menores de 15 años.

Por su parte la tasa de nacimiento en adolescentes en todo el territorio nacional entre 15 y 19 años es de 50 cada mil, la cual de por sí es extremadamente elevada si comparamos con los datos mundiales, que es de 49 cada mil. En ese sentido tenemos casi los mismos porcentajes que algunos países africanos.

En materia de embarazo adolescente en Uruguay, nuestro país no escapa de la realidad de América Latina, donde el promedio es de 79 cada mil. La sorpresa en los especialistas de la salud, está en que nuestro país es considerado con alto desarrollo humano y posee, además, una baja tasa de natalidad. Según Alvaro Alcuri, «tenemos guarismos similares a los de Paraguay (63 por mil) y El Salvador (65 por mil)». Sin dudas que esos datos sorprenden.

Los departamentos de Río Negro, Durazno, Artigas, Salto y Cerro Largo son los que presentan números más elevados respecto al resto del país, entre el 70 y el 86 por mil. Tengamos en cuenta que en el continente africano el promedio es de 85 por mil.

De acuerdo a Alcuri, se registran menos nacimientos producto de embarazo adolescente en Uruguay, en los departamentos del sur: Colonia, San José, Canelones y Montevideo. Pero además señala que «la maternidad adolescente es casi cero en los barrios de Montevideo cercanos a la costa (Pocitos, Malvín y Carrasco), mientras que se eleva al alejarse de la costa y bajar el nivel socio económico de la población».

Alcuri además destaca que «hay unos cinco mil niños que nacen, por año, de madres adolescentes en los hospitales estatales (tres mil a nivel privado), cerca del 30 % reincide antes de los 18. Casi todas tienen algún nivel de estudios secundarios -agrega-, pero la mayoría (un 80 %) los abandona al quedar embarazadas, por verguenza de su estado». Del total de madres adolescentes que abandonan los estudios, el 50 % ha expresado su deseo de haber pospuesto su maternidad.

Según el estudio “Maternidad en Adolescentes y desigualdad social en Uruguay”, se refleja que la maternidad adolescente tiene lugar en los sectores más pobres de la sociedad. En ese sentido los datos del estudio son contundentes: una de cada cinco adolescentes, en los hogares con dos o más necesidades insatisfechas, son madres.

Por su parte el número baja a un 3,6% entre las adolescentes que viven en viviendas con las necesidades básicas satisfechas, cuando más cerca de los barrios costeros de Montevideo, más descendido es el número de embarazo adolescente en Uruguay.

Según Alcuri, «los números, en fin, están hablando muy claro del embarazo adolescente asociado a las carencias socioeconómicas y educativas. El fenómeno está hiperdiagnosticado, acá y en el mundo, pero faltan planes para hacerle frente. Falta coordinación de los actores del Estado -servicios médicos, asistencia social, educación- y los actores privados: en especial las familias, los papás y las mamás concretos que atraviesan esas situaciones, carentes de la mayoría de los servicios esenciales».

Además hace hincapié en que «no hay padres a la vista que se hagan cargo de la situación, su propia inmadurez se los impide. El entorno familiar en general hace agua, o directamente no existe». Lo que lo lleva a formular una pregunta a modo de reflexión: «¿Y nosotros, en este país, todavía estamos discutiendo si damos o no damos educación sexual en las escuelas?»

Sin dudas que el embarazo adolescente en Uruguay es una problemática que debemos resolver en el corto o mediano plazo. En Malvín, hasta el momento, no es un asunto de escala grande, pero no por ello debemos permanecer ajenos a una situación que provoca secuelas irreparables en miles de niños y de adolescentes.

 

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