Grutas de Salamanca en Aiguá: un tesoro escondido de nuestro país
Las Grutas de Salamanca en Aiguá, departamento de Maldonado, son un verdadero tesoro escondido de nuestro país. De hecho, la leyenda así lo indica. Fue refugio de un matrero que escondió su botín allí y nunca se encontró. Nos fuimos de paseo a un lugar mágico de Uruguay
Hace pocas semanas estuvimos visitando el Cerro Catedral y tuvimos que pasar por la localidad de Aiguá. Por la Ruta 13, antes de girar a la derecha, había un cartel indicador que decía Grutas de Salamanca. En ese momento nos prometimos visitar ese tesoro escondido y ayer, previo al Día del Padre, lo hicimos.
Las Grutas de Salamanca forma parte de la Reserva de Biosfera de los Bañados del Este y está situado entre sierras, al norte del departamento de Maldonado, a pocos quilómetros de la localidad de Aiguá.
De Montevideo son cerca de 190 quilómetros y desde Punta del Este unos 120. Desde la capital hay dos formas de llegar allí. La más conveniente es la Ruta 8 y luego doblar a la derecha a la Ruta 13. De lo contrario se puede ir por Maldonado, San Carlos y luego Ruta 13.
El Parque Municipal Grutas de Salamanca tiene una concesión que está a cargo de la empresa Pasaporte Aventura, especializada en diversas actividades y propuestas para toda la familia. Aparte de disfrutar del contacto con la naturaleza, también se ofrecen cabalgatas, rappel, escalada, mountain bike y trekking. El costo de acceso es de 25 pesos por persona y luego cada actividad cuenta con un costo y lo mismo el alquiler de cabañas.
El nombre del lugar proviene del guaraní, salamanca deriva de salamanac, que significa sitio de rito oculto. Es un lugar de una vibra muy especial y era recorrido por los indígenas para hallar plantas medicinales.
Pero además de la tradición indígena, el lugar fue envuelto por una leyenda que nació durante una de las guerras civiles de nuestro país: la leyenda del matrero Lemos. Se dice que pertenecía a las filas del ejército Colorado, pero recordemos que ese territorio tradicionalmente ha sido Blanco. La leyenda establece que aprovechando el caos de la guerra, robó y asesinó a varias personas para luego esconderse en la gruta. Se dice que allí enterró todo lo que robó, pero nunca se encontró «el tesoro de Lemos».
La Gruta es la más grande del país. Cuenta con 300 metros de largo por 4 metros de altura. En su interior habitan murciélagos y vampiros (inofensivos y libres de rabia).
En el lugar se puede apreciar un particular microclima: alta humedad, tenue luminosidad y baja exposición a los vientos (salvo cuando se llega a la cima del cerro), un ambiente apropiado para el crecimiento de helechos y especies como la envira, el canelón, la aruera, la caroba, el guayabo y el coronilla.
Nuestro paseo a las Grutas de Salamanca
Realmente es un lugar donde vale la pena quedarse todo un fin de semana. El parque cuenta con cabañas equipadas, un parador con una vista excepcional, baños y un montón de actividades a puro contacto con la naturaleza.
Lamentablemente no podíamos quedarnos y fuimos a pasar la tarde.
Salimos de Montevideo a la mañana, tomamos la Ruta 8, en Minas se subió una de nosotros, continuamos por la misma ruta hasta llegar a la 13. Seguimos por la 13, pasando por Aiguá y luego a la altura del quilómetro 185 doblamos a la izquierda. Allí tomamos un camino vecinal de unos 7 u 8 quilómetros. Llegamos al parque cerca de las 15 horas. Recordar que el lugar cierra a las 18.
En la entrada se ubica la administración. Allí sin bajarnos del auto pagamos los 25 pesos por persona y nos indicaron algunas de las pautas para recorrer el lugar como las actividades que podían hacerse.
Al pasar la administración se ven a la izquierda las hermosas cabañas para alojarse. Luego llegamos al estacionamiento. Fuimos a los baños públicos que estaban en muy buen estado y luego nos dirigimos al parador a saludar al Lalo, quien fuera responsable del departamento de Recreación del Club Malvín.
Luego de los saludos nos fuimos a conocer la gruta y a subir el cerro. La subida del cerro es un paseo precioso. Desde lejos el cerro nos recuerda la forma del Arequita, y al subir tiene un tramo escarpado como en el Cerro Pan de Azúcar y un camino similar al Cerro de las Ánimas. Obvio que la dificultad no se compara. En estos dos cerros los recorridos son mucho más prolongados. Mientras que en las Grutas de Salamanca estamos hablando de un recorrido total de una hora, aproximadamente.
Sí vale la pena llevarse agua, calzado apropiado (estaba muy húmedo y con barro) y por supuesto abrigo para la cima. Cuando los árboles dejan de protegernos del viento el frío se siente.
Siguiendo el camino del parador empezamos la subida al cerro. Está todo muy bien señalizado y es bastante sencillo el recorrido.
A los pocos minutos ya estábamos en la gruta. Primero nos detuvimos en un mirador que tiene una vista excepcional y luego sí, nos detuvimos un rato a disfrutar de una maravilla de la naturaleza: la piedra maciza ahuecada.
Vale la pena sentarse un rato y admirar algo tan imponente. Obvio que por momentos nos hizo acordar a la Gruta Colón en el Arequita, aunque en esta oportunidad no vimos ningún murciélago.
Es importante aclarar que primero, subiendo a la derecha, se puede apreciar una gruta pequeña, pero unos metros más adelante por el sendero principal se llega a la gruta grande. Para el que llega por primera vez al lugar la formación rocosa sorprende. Realmente una maravilla.
Como no teníamos mucha noción del recorrido ni de la duración, decidimos seguir avanzando.
Allí el sendero principal se volvió cada vez más escarpado. Unos cien metros de ascenso que presentaron nuestra mayor dificultad. Recorrido empinado y rocoso, suelo húmedo y con posibilidad de resbalarse y llenarse de barro. Por eso sugerimos llevar buen calzado.
Protegidos por la vegetación entramos en calor enseguida. Nos sacamos las camperas y continuamos cuidando de nos resbalarnos. La ventaja que el tramo complicado no llevó mucho tiempo. Luego los árboles dieron paso al sol y el cielo se abrió para nosotros.
La vista hacia Rocha (por usar una referencia) era imponente. Si bien al sol estaba calentito el viento fresco se sentía. El camino nos llevaba hacia un mirador natural.
La vista del mirador natural en el extremo del cerro es bellísima. Nos sentamos allí un rato a disfrutar del paisaje.
También había más personas y unos niños que, escoltados por el personal del parque, iban a descender con cuerdas el cerro. Pedimos permiso para sacar fotos de esa aventura pero el padre prefirió que no así que respetamos la decisión.
Los niños que iban a descender estaban copados. Uno dijo que se animaba a bajar solo y todo. Realmente este circuito ecoturístico es un gran atractivo para toda la familia y la experticia del personal brinda seguridad.
Lo que no nos brindaba seguridad era el viento. Empezamos a sentir frío y decidimos iniciar el descenso. No volvimos por nuestros pasos, sino que un cartel nos indicaba que se podía hacer otro recorrido para bajar.
Al bajar pasamos por pasajes estrechos y espacios diferentes al sendero inicial. La bajada fue sencilla y más corta.
Llegamos a un tramo anterior a la gruta principal y de allí a la izquierda en pocos minutos estábamos de nuevo en los baños.
Tratamos de recostarnos al sol y cuando quedó tapado por el cerro el frío se empezó a sentir. Pensamos lo lindo que sería volver más entrado el calor. En verano al atardecer sería un paraíso, por ejemplo.
Al cabo de un rato pegamos la vuelta ya que uno de nosotros tenía que estar en Montevideo antes de las 21 horas.
Realmente nuestro paseo a las Grutas de Salamanca fue muy disfrutable, nos encontramos ante un precioso tesoro del Uruguay.