Hacia un nuevo disciplinamiento en la Educación? Columna del Profesor Rafael Suárez

Hacia un nuevo disciplinamiento en la Educación?
Hacia un nuevo disciplinamiento en la Educación?

En la jornada de ayer se dio a conocer una lista de un «grupo selecto» para repensar la educación. Ninguno de ellos docente ni pedagogo ni filósofo ni historiador. Sí vemos ingenieros, contadores, abogados e incluso una productora rural. En esta nueva columna el Profesor Rafael Suárez nos plantea la siguiente interrogante: Vamos hacia un nuevo disciplinamiento en la Educación?

El anuncio sobre el «grupo selecto» que considera el gobierno para repensar la educación generó mucho revuelo en la opinión pública y fundamentalmente en nosotros los docentes, quienes vemos, una vez más, que nuestra opinión y formación parece no ser relevante. Lo cual ahonda un aspecto peligroso al cual me referiré más adelante. Lo cierto es, con el riesgo de caer en anacronismos, que tendríamos que preguntarnos si vamos hacia un nuevo disciplinamiento en la educación.

Las pistas de la mal llamada «clase política» así lo indica desde hace años. Y esto corre para todos los partidos que estuvieron en el gobierno tras la restauración democrática. Evidentemente han existido tonos y matices en cada uno, pero el perfil parece mantenerse como señalé en una entrevista hace pocos días, donde afirmé que nuestro sistema educativo es funcional a la insatisfacción.

El gran historiador José Pedro Barrán llamó Disciplinamiento a la transformación cultural llevada a cabo en la segunda mitad del siglo XIX y que estuvo vinculada con las nuevas formas de producir. En el marco de una Revolución Industrial extremadamente globalizante, Uruguay se modernizaba y necesitaba trabajadores disciplinados. Para lograrlo fue indispensable una modificación en las costumbres y en los valores que nos guiaban como sociedad. Así el ocio y el tiempo libre fueron castigados socialmente, como también la sexualidad desenfrenada o los juegos considerados violentos. También el cuerpo fue contenido y la intimidad elevada. Hace poco hicimos referencia a lo que sucedió en la medicina, donde por ejemplo la masturbación era severamente cuestionada por doctores y padres. La vergüenza, la culpa y el trabajo formaban parte del nuevo rumbo que se pretendía instalar.

En ese plan de la clase alta uruguaya se volvía crucial disciplinar al hijo del gaucho. Ese hijo del gaucho que aprendía a matar antes que a leer, a degollar antes que escribir. Resultaba vital descomponer su formación y transformarlo en un amante del trabajo y de las buenas costumbres. Necesitaba disciplinarse para cumplir un horario, reconocer el mandato de un superior y ayudar en la producción de los bienes de intercambio. Europa demandaba producción y toda la estructura económica se rearmó para ello. La vagancia, el mirar las estrellas en la noche o el dormir debajo de un árbol no fomentaba la producción de lana, cuero y carne. Una pérdida de tiempo que implicaba una pérdida de ganancias.

Se crea la Sociedad de Amigos de la Educación Popular

En 1868 se crea la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, donde uno de sus principales referentes fue José Pedro Varela.

Obviamente que en materia educativa existe un antes y un después de la reforma vareliana. Todos reconocemos sus aportes esenciales en lo que tiene que ver con la obligatoriedad y gratuidad de la escuela pública. Incluso destacamos la importancia de la túnica blanca para que el hijo de un trabajador tenga el mismo atuendo que el hijo de un comerciante, por ejemplo. En ese sentido la túnica iguala y no permite distinciones. Pero también nos uniformiza y nos aparta de nuestra propia identidad.

Justamente era uno de los grandes objetivos de la reforma vareliana. Para disciplinar a los hijos de gauchos resultaba vital su homogeneización cultural y una herramienta sustancial para ella era el uniforme.

Lo que poco se dice sobre la reforma vareliana en el gobierno de Latorre es que pretendía disciplinar a los niños con los nuevos valores de la época industrial. Si Varela fue propuesto por Latorre para embanderar una reforma educativa era porque no se oponía a los intereses de los sectores productivos. Por algo el hincapié de Varela fue puesto en las escuelas rurales, que se multiplicaron, trayendo además maestros de Europa, afines a esta nueva mentalidad industrial.

Ahora nos encontramos de nuevo en una encrucijada similar. Las nuevas tecnologías demandan un nuevo modelo educativo que nos permita adaptarnos a los requerimientos actuales.

En aquél momento Varela se reunía con Elbio Fernández, abogado y educador, José Arechavaleta, profesor de botánica y bacteriólogo de la Dirección de Salubridad Pública, Alfredo Vásquez Acevedo, quien aparte de ser político, participó del primer Congreso Pedagógico instalado en América del Sur en 1882, Francisco Berra, abogado, historiador y pedagogo, Carlos María de Pena, quien fuera Decano de la Facultad de Derecho, o Carlos María Ramírez, periodista, político y docente.

En el seno de sus mentes se comenzó a moldear la nueva educación en nuestro país con el objetivo alineado a los intereses de los sectores productivos: formar trabajadores para la nueva economía industrial.

Para Barrán «la escuela, entonces, fue el paradigma «civilizado» de la represión del alma». Y sus objetivos fueron claramente expresados por Varela en 1865: «el habitante de la campaña a quien hoy embrutece la ociosidad», «sus hábitos salvajes», «su crasa ignorancia», solo se «civilizaría el día que supiera leer y escribir». Es decir, en la escuela recibirán los nuevos valores necesarios para el «progreso de la nación», en la escuela serán «inculcados el amor al trabajo y el hábito de las buenas costumbres».

El alma reprimida por la producción con mirada hacia la industria europea. De esa manera «progresaba la nación».

Hacia un nuevo disciplinamiento en la Educación?

El modelo industrial tal como lo conocimos tiende a desmoronarse. Aquella formación disciplinada en cumplir horarios y trabajar en emprendimientos fuera de casa comienza a dar espacios al teletrabajo y a las nuevas tecnologías.

La forma de producción se transforma y nuestro sistema educativo, si no queremos perder el acople a nivel internacional, necesita reorientarse.

En el programa del Partido Nacional se establece en uno de sus puntos: se incluirá el desarrollo de competencias emprendedoras como objetivo curricular. El diseño curricular de estos cursos se realizará en diálogo con el sector privado y con los programas académicos existentes en el sector universitario.

Otro de los puntos establece lo siguiente:

• Impulsaremos una malla curricular por créditos o en anillos pedagógicos, que permita adaptar los tiempos institucionales a las necesidades y ritmos de cada alumno. Es necesario aliviar la sobrecarga de contenidos curriculares en beneficio del aseguramiento de los aprendizajes fundamentales.

Queda claro lo que pretende el gobierno y el sistema político en general: «Las pruebas PISA, entre otras mediciones, han mostrado una y otra vez que la mitad de los estudiantes de Secundaria y UTU no están haciendo los aprendizajes necesarios para tener oportunidades en la vida».

¿Qué significa tener oportunidades en la vida?

Tomando en cuenta que se intentan desarrollar competencias emprendedoras en diálogo con el sector privado, adaptándonos a los ritmos de cada alumno rebajando los contenidos curriculares, y para que las mediciones internacionales (PISA) cambien, oportunidades en la vida significa o podría significar «domesticar el alma de nuestros niños y jóvenes para que se adapten al nuevo mercado laboral que presenta distintas demandas que el actual sistema educativo no contempla».

Eso no está en discusión por parte de ningún partido político. Sí se podrá discutir en el cómo llegar. El actual gobierno ya presenta su boceto de ruta: consultando a ingenieros, contadores, productores rurales, un sindicalista, un virólogo como Gonzalo Moratorio o una psiquiatra infantil. No es casualidad que no existan profesores o pedagogos o filósofos o historiadores que aporten una mirada amplia y puedan cuestionar el rumbo de nuestra educación (Ni siquiera por la galería se mantiene el respeto al trabajo docente, aumentando la grieta que existe entre muchos padres y ellos. Al desconocer al docente, ¿qué mensaje se le brinda a los padres y estudiantes?).

Con este nuevo «grupo selecto», la nueva Sociedad de Amigos de la Educación (me hago cargo del anacronismo), comenzará a moldear un nuevo disciplinamiento de nuestros niños y jóvenes para adaptarlos a los requerimientos de la «nueva industria». Hoy, si tomamos en cuenta las 10 empresas que mejor cotizan en bolsa, podemos apreciar que pertenecen al área de las tecnologías. Hacia allí parece plantearse el nuevo rumbo de nuestro sistema educativo.

Cuidado, no atender lo que sucede a nivel mundial sería extremadamente peligroso. De hecho me parece positivo que se consulte a personas que pueden tener otra visión para aportar, pero el precio de mantener a nuestras «almas» domesticadas me parece que es muy alto. Con este rumbo nuestros niños y adolescentes van a seguir sufriendo. Los datos sobre el suicidio en Uruguay lo dejan claro. ¿Hasta cuándo vamos a relegar nuestra «alma» por el éxito económico de una minoría?

Lo vengo señalando desde hace tiempo. Necesitamos contemplar el sentido de vida de nuestros niños y jóvenes. Estamos reproduciendo un modelo social de insatisfacción crónica y que buscamos aliviar desde el consumo incesante. Como adultos somos responsables de lo que le transmitimos a nuestros hijos. La ruta del éxito como única válida para proveer sentido viene de la mano de depresión, vacío existencial, angustia, y suicidio. Nuestros hijos sufren por nuestros miedos a la carencia y a la falta de reconocimiento social. ¿Hasta cuándo lo vamos a seguir permitiendo?

Este nuevo plan educativo permitirá sí adaptarnos mejor a los requerimientos del sistema económico, que apunta a la productividad más que a la presencialidad, al rendimiento y a la utilidad antes que el cumplimiento de horarios y normas (como desnudó la pandemia), pero seguirá reproduciendo corazones vacíos y almas pobres, por más que algunos puedan nadar en la abundancia económica y creer que sus miedos más profundos pueden esquivarse.

Profesor Rafael Suárez

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