Hogar psiquiátrico en Malvín desata la locura según El País

Hogar psiquiátrico en Malvín desata la locura (foto El País)

Hogar psiquiátrico en Malvín desata la locura (foto El País)

 

A muchos malvinenses nos tomó por sorpresa la noticia divulgada este domingo por el diario El País. Según uno de los principales períodicos del Uruguay, un hogar psiquiátrico en Malvín desata la locura en los vecinos.

 

 

La nota de prensa fue escrita por el periodista Tomer Urwicz y se vio en el diario El País hoy domingo 12 de marzo.

Urwicz afirma que en una casa de Malvín se instaló un hogar pisquiátrico para la atención de 24 pacientes con diversas patologías. Pero lo que nadie se imaginaba en la plácida calle Aceguá, a la altura de Concepción del Uruguay, que el «intento de inclusión resultó en un inusitado conflicto en el barrio cuando los gritos de los internos agitaron las noches de algunos vecinos. La tensión terminó en denuncias, inspecciones y filmaciones». El autor de la nota sentenció:  «como en un zoológico».

Según el periodista, hace exactamente una semana la locura llegó la barrio cuando desde la casa que funciona como hogar psiquiátrico emergían gritos «desgarradores, constantes, como suplicios con voz aguda que clamaban por auxilio y que, poco a poco, iban atravesando las paredes y ocasionando malestar en el vecindario».

De acuerdo a lo que establece la nota de prensa todo comenzó cuando se escapó una de los 24 internos alojados en el hogar psiquiátrico El Hornero, el cual brinda atención a personas con discapacidad y trastornos psiquiátricos asociados. La educadora de turno fue en busca de la joven «fugada», mientras los otros pacientes comenzaban a gritar.

¿Cuál fue la reacción de los vecinos?

El periodista asegura en su relato que «los vecinos más comprensivos contuvieron la angustia alimentada por aquella realidad intramuros. El resto, los que estaban hartos, comenzaron a tocar timbre, a grabar audios, a sacar fotos («cual zoológico», manifestó la directora del hogar psiquiátrico) y decidieron presentar una denuncia en la seccional policial 11.

Urwicz recogió el testimonio de varios vecinos. Uno de ellos, «que tiene hijos, dice que le es «muy difícil» explicarles a sus niños qué sucede cuando «algún interno se pone a gritar en la noche que quiere cortarse las venas o que no le peguen».

El mismo vecino sostiene que al segundo día de haberse instalado el hogar psiquiátrico subió a la terraza y vio que en el patio del residencial paseaba un joven con los pantalones bajos. Además, recuerda que en una oportunidad «había una adolescente (la única menor de edad) tirada en el piso durante horas y luego los educadores poniéndole la rodilla en la espalda para incorporarla».

La directora del hogar pisquiátrico declaró a El País que «el error fue mío, pensé que esta casa era la apropiada, que era linda, lo más parecido a la vida en familia». Y por otra parte manifiesta su preocupación y discrepancia con el accionar de los habitantes del barrio: «Los vecinos discriminan, filman como si estuvieran ante un circo, y piensan que su mundo termina ante el tipo de personas que ellos conocen».

La nota rescata la opinión de una vecina de la cuadra. «Zulma Fernández, que habita la casa de enfrente desde 2012, cuestiona la falta de aceptación al diferente. «Yo tuve un cuñado con una patología similar a estos internos y sé lo difícil que es». Ella, que alguna vez les alcanzó ropa y comida a los usuarios, dice que «uno debe hacer un esfuerzo para aceptar al diferente». El vecino que prefirió no ser identificado piensa que también hace su esfuerzo y que «suena muy lindo» la palabra inclusión. Y concluye: «Inclusión, sí, ¿pero a qué costo?».

El periodista aclara que «solo cinco de los 24 internos tienen algún familiar que los visita, el resto quedó en el olvido desde que ingresaron al INAU siendo menores de 18 años. Por normativa, quienes no pueden independizarse una vez que cumplen la mayoría de edad, o no pueden ser derivados a centros de adultos, quedan bajo la tutela del Instituto especializado en infancia».

El hogar psiquiátrico ubicado en la calle Aceguá está a cargo de la Asociación Civil Sundberg, bajo la tutela del INAU, ya que está tercerizada por dicha institución del Estado uruguayo.

El INAU, de acuerdo a la nota, transfiere a la asociación cerca de 30 mil pesos por mes por cada usuario. De ese monto hay que pagar parte de los costos de la comida (salvo la carne y la leche), el transporte, los salarios, talleres (dentro y fuera del hogar) y ropa nueva.

Finalmente se señala que se piensa en la mudanza del hogar psiquiátrico a una casa con mejores condiciones para albergar a los 24 pacientes, pero siempre pensando en trasladarse en la zona. En ese sentido se manejan dos alternativas: una cerca de Portones Shopping y otra en Rivera y la calle Río de la Plata, a pocas cuadras de la ubicación actual.

¿Cómo debería resolverse el problema?

Pregunta que se deberá responder con cierta urgencia por la tensión que se está viviendo entre los vecinos y el hogar psiquiátrico.

¿Vos qué pensás?

 

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