La Educación y UPM, por Marcelo Marchese
En una nueva columna de opinión de Marcelo Marchese nos brinda una mirada brillante sobre la Educación y UPM. Comprender el alcance de sus palabras es vital para tomar consciencia de los peligros que están latentes en materia educativa
LA EDUCACIÓN Y UPM, por Marcelo Marchese
No es sólo el tren, el viaducto y el puerto, ni sólo la forestación que expulsa gente del campo, ni es sólo el ataque deliberado a la democracia mediante el secreto, y no es sólo que se apoderan del agua, ni es tampoco que pongan al sistema político de rodillas y a su servicio, ya que UPM, además, se mete en nuestra enseñanza.
El contrato ROU UPM le permite a la trasnacional diseñar los planes de estudio de las universidades tecnológicas de su área de influencia, mientras lleva a cabo con la Universidad Católica de Montevideo una serie de convenios que vinculan a las dos empresas.
UPM tiene destinado un ómnibus llamado adorablemente “El Charabón”, que conduce niños a la escuela en el Uruguay rural. Tiene montada una camioneta con la capacidad de proyectar en las escuelas el cine que le parece adecuado a UPM. Lleva a cabo en nuestras escuelas públicas proyectos que le interesan a los niños, como por ejemplo, vinculados a los dinosaurios. UPM lleva a nuestros escolares a visitar sus plantas de celulosa y los viveros “que dan trabajo a miles de uruguayos” y que nos llevarán en breve al País de las Maravillas. UPM edita y logra que el Estado reparta gratuitamente un simpatiquísimo librito escolar que habla de la necesidad de forestar, de las virtudes de la pasta de celulosa y del milagro de que una trasnacional poderosa haya elegido a este paisito para sacarlo de su pobreza tercermundial.
Estos hechos nos conducen a la siguiente pregunta ¿quién debe diseñar la educación de un País y con qué propósito? Hasta ayer, quien diseñaba la educación era el Estado, atendiendo a la necesaria formación de ciudadanos para la República. La idea que uno tiene es que la educación debe impulsar el talento natural de cada niño y transmitir la herencia cultural de la humanidad, ahora, una cosa es formar ciudadanos que piensen y construyan, y otra cosa es formar piezas de una máquina con el mero objetivo de producir.
¿Qué educación queremos para nuestros hijos? ¿Qué futuro queremos para nuestros hijos? ¿Cuánto tiempo guardaremos silencio ante una invasión en toda la regla que bombardea sin bombas, pero por eso de manera más efectiva, incluso, a nuestras escuelas?