La guerra invisible contra la salud de los uruguayos

La guerra invisible contra la salud de los uruguayos
La guerra invisible contra la salud de los uruguayos

La guerra invisible contra la salud de los uruguayos ya existía desde hace tiempo, ahora destapada por la presencia del Coronavirus. El Profesor Rafael Suárez nos brinda una nueva columna de opinión sobre «las armas» que nos están haciendo más daño que el propio virus.

Ya nos hemos referido en muchas oportunidades a los efectos del Covid-19 o mejor dicho, Sars-cov-2. En una de las columnas anteriores hacíamos referencia a la doble moral de los uruguayos a la hora de concebir la salud. De alguna manera la llegada de esta pandemia nos abre las puertas para entender que desde hace tiempo estamos viviendo una guerra invisible contra la salud de los uruguayos y en líneas generales no nos estamos defendiendo, y en muchos casos, somos nuestros propios enemigos.

Si mantenemos la metáfora de la guerra, los uruguayos estamos recibiendo ataques desde tierra, agua y aire, y casi no tenemos defensas.

O tal vez dicho de otra manera, ¿estamos preparados para enfrentarnos a un enemigo invisible que nos agrede por varios flancos? ¿Cuál es la función del Estado en la protección verdadera de la salud de los uruguayos?

Vayamos a algunos ejemplos contundentes:

  • Agua que brinda OSE contaminada
  • Cianobacterias en ríos y costas
  • Daños en la salud por el uso del glifosato
  • Lanzamiento de la tecnología 5G sin investigación previa
  • Plantas de procesamiento de celulosa altamente contaminantes
  • 27 uruguayos por día mueren a causa de enfermedades coronarias
  • Altos índices de cáncer
  • Récord de suicidios y 300 mil uruguayos padeciendo depresión

Hay datos en salud que son alarmantes, y muchos científicos uruguayos se hacen eco de ellos e incluso lo investigan.

Para el doctor en Ciencias Biológicas Claudio Martínez Debat (Facultad de Ciencias, Udelar), se vuelve necesario difundir toda esta temática. Él hace referencia clara a los efectos colaterales o no intencionales de tecnologías aplicadas en este siglo XXI en el sector agroindustrial. Según el experto uruguayo, «algunos efectos: mayor uso de pesticidas, pérdida de Biodiversidad, desaparición acelerada de polinizadores (abejas), otros insectos y especies animales y vegetales, contaminación de la miel y alimentos con secuencias transgénicas de ADN y plaguicidas, contaminación de acuíferos, cursos de agua, aire y lluvia por plaguicidas, pérdida de soberanía alimentaria, intoxicaciones por deriva y/o mal uso de la tecnología. ¿Aumento de enfermedades crónicas no transmisibles? Y sí, también un aumento del PBI. A medida que hay más información disponible se ha evidenciado que los alimentos producidos con materias primas provenientes de OVGMs (OGMs Vegetales) contienen cantidades medibles de agrotóxicos, en particular glifosato».

Por otra parte sostiene que «este problema, serio, no es privativo de los OGMs sino de todos los vegetales para consumo que provengan del modelo de producción agroindustrial, el que utiliza un paquete tecnológico basado en el uso intensivo de agroquímicos, en particular de plaguicidas. Lo que agrava la situación con los OGMs no es, en nuestra opinión, tanto la modificación genética en sí (aunque esta es desprolija, y utiliza elementos genéticos muy potentes, siempre recordando que el ADN es promiscuo), sino que los OGMs vegetales existentes han sido diseñados ya sea para producir toxinas insecticidas (cuya toxicidad en humanos, sobre todo alergias y problemas gástricos es tema de investigación constante). Y para resistir dosis masivas de plaguicidas (herbicidas), que quedan remanentes en los granos y finalizan en el alimento final , aunque sea ultraprocesado».

Vayamos desgranando algunos elementos para entender por qué opinamos que existe una guerra invisible contra la salud de los uruguayos.

El agua de OSE provoca cáncer?

Según el informe presentado por Espacio Saludable en 2015, «OSE promovió un estudio en diversas zonas del Uruguay para evaluar la cantidad de nitratos presentes en las aguas uruguayas. Hace 30 años atrás se estableció que en más de 100 poblaciones de nuestro país el nivel de nitratos en el agua estaba por encima de la norma. Esas poblaciones están consumiendo diariamente sustancias nocivas para el organismo. Diversas investigaciones internacionales han llegado a la conclusión que los nitritos y nitratos, una vez convertidos en nitrosaminas, aumentan la incidencia de cáncer de esófago, de estómago, de colon y de recto. Por algo en diversos países su utilización como conservantes está permitida siguiendo determinados parámetros, como el uso paralelo de vitamina C que reduce sus efectos».

El agua que llega a Montevideo proviene del río Santa Lucía. El ex ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, advertía hace más de siete años que si no se tomaban medidas podría suceder una catástrofe. La afirmación del ex ministro era cierta. El problema es que la catástrofe ya está sucediendo desde mucho tiempo atrás.

Hace cinco años, el actual Ministro de Turismo, Germán Cardoso, aseguraba que «en la Laguna del Sauce hay un tipo de tóxico que produce lesiones en el ADN de las células, el que puede llegar a producir mutaciones y hasta cáncer«.

Por su parte el profesor Daniel Panario, ha señalado constantemente que «Uruguay está sufriendo una epidemia de cáncer» a raíz de la toxicidad de nuestra agua.

Las cianobacterias que cada vez vemos con mayor frecuencia en nuestras playas y ríos son una clara evidencia de lo que ocurre con uno de los recursos más valiosos.

Para la bióloga malvinense Ana Martínez Goicochea, investigadora de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara), «las condiciones que más favorecen a las cianobacterias son escaso flujo de agua y altas concentraciones de nutrientes, especialmente fósforo y nitrógeno. Por esta razón, el uso masivo de fertilizantes y otros agroquímicos (i.e. glifosato), asociados a una producción agroindustrial intensiva, ha favorecido enormemente la ocurrencia de floraciones y ha aumentado su frecuencia en todo el mundo». En ese sentido señala que «la expresión más negativa de las floraciones de cianobacterias es la producción de cianotoxinas. Las cianotoxinas son compuestos de diversa naturaleza química que afectan a los mamíferos, incluyendo a los humanos y son generadas por múltiples especies. A nivel clínico y dependiendo del tipo de toxina el daño puede ser a nivel del hígado (hepatotoxinas), del sistema nervioso (neurotoxinas) o incluso a nivel multi-órgano, pudiendo llevar a la muerte».

Por lo dicho por lo científicos uruguayos aquí tenemos enemigos invisibles o silenciosos que nos están provocando mucho daño: el agua que consumimos, las cianobacterias que provoca la agroindustria y el glifosato utilizado en los cultivos.

¿De qué manera el Estado nos protege de esta amenaza? Por ahora no lo hizo ni lo hace. Se continúa priorizando el crecimiento del PBI.

Hace un año Uruguay lanzó la tecnología 5G mientras en Suiza la suspenden y en Nueva York y Lousiana se exige investigarla antes de instalarla.

Mientras el gobierno uruguayo hace un año se llenaba la boca diciendo que somos el primer país de América latina en lanzar la tecnología 5G, en Suiza se frenó su instalación hasta que se demuestre que no es nociva para la salud.

En el pasado mes de marzo una senadora de Nueva York presentó un proyecto de ley para que se investigue los posibles efectos de la red 5G en la salud de la población.

Más de 250 científicos de 42 países le exigieron a la ONU que se frenara la instalación de la red 5G ya que existen evidencias que demostrarían los daños a nivel genético y molecular. Recordemos que para su instalación se necesitan antenas cada 100 metros en Montevideo o en cualquier ciudad para que se pueda acelerar la velocidad del manejo de datos y un soporte exterior de 20 mil satélites en órbita. Para algunos científicos estaríamos dentro de un gran microondas.

Es importante remarcar que la OMS declaró que las radiaciones de baja frecuencia, como las emitidas por celulares y wifi, se engloban en la categoría 2B, es decir, posiblemente cancerígenas.

Los campos electromagnéticos que desprenden aparatos como el microondas, las computadoras, tablets, y los celulares, pueden provocar dolores de cabeza, migrañas, latidos irregulares del corazón, mareos, falta de memoria, insomnio, falta de concentración, tumores cerebrales y de oído, genital, leucemia, infertilidad y aneurismas. De hecho algunos autores vinculan estos efectos al aumento del autismo y de los abortos espontáneos, aunque no hay investigación contundente.

¿Pero acaso no es momento de que la Universidad de la República y el Instituto Pasteur investiguen si existen efectos o no?

La instalación de la red 5G en Uruguay por lo menos implica una inversión de 100 millones de dólares. ¿Antes de gastar ese dinero no convendría evaluar si esta tecnología nos puede hacer daño como dicen varios expertos a nivel mundial?

Mala alimentación y muertes por enfermedades cardiovasculares

Por día fallecen, en promedio, 27 uruguayos por enfermedades cardiovasculares: infartos, derrames cerebrales o embolia cerebral; arterioesclerosis, aneurisma de aorta, arritmias, insuficiencia cardíaca, entre otras. Eso está vinculado estrechamente con nuestros estilos de vida y patrones alimentarios.

Dietas de altas en grasas, sal, productos refinados, elevado consumo de alcohol (de los más altos del mundo), tabaco, y por supuesto, alimentos procesados con gran cantidad de conservantes y químicos nocivos para el organismo.

El consumo en Uruguay de alimentos procesados sigue subiendo. Se estima que en los últimos cuarenta años las calorías provenientes de la comida industrializada pasaron del 20 al 60% del total de lo que consume una persona al día, provocando aumento de peso, aumento de la insulina-resistencia, mayor riesgo de hígado graso, mayor riesgo de pancreatitis, mayor probabilidad de contraer cáncer, aumento de artrosis, disminución de la líbido y de la fertilidad, entre otros efectos.

Sin embargo cuando se anunció la «cuarentena» en Uruguay y la gente copó los supermercados, los productos que más se llevaron fueron alcohol, cigarrillos y embutidos. ¿Realmente nos preocupa nuestra salud?

Depresión y suicidio en Uruguay

Cuando estudiaba en la Facultad de Sicología (aclaro que no finalicé la carrera) uno de los temas que más nos llamaba la atención era la alta cantidad de suicidios que se advertían en Uruguay. En ese entonces (principios de los 90) hablábamos de dos suicidios cada tres días, hoy, 2020, hablamos de dos suicidios por día. Un disparate el crecimiento.

Es otro elemento invisible que ataca a los uruguayos y donde los abordajes no son suficientes. Evidentemente el suicidio está vinculado a la depresión y cerca de 300 mil uruguayos la padecen, por lo menos.

Hay algo que no estamos haciendo bien y somos responsables por eso. Según la psiquiatra Silvia Peláez, directora de la ONG Último Recurso, con campañas hechas por suicidólogos y pobladores «se puede llevar a cero el suicidio hasta en Castillos». Y si no lo logramos es porque, al menos reducir esas cifras, no estamos haciendo bien los deberes.

«Cuando yo empecé a estudiar esta situación, el perfil más riesgoso era el del varón de tercera edad, alcoholista y solo. La mujer intenta más y el hombre lo consigue con mayor frecuencia, porque utiliza métodos más violentos. En cuanto a un posible perfil del adolescente violento, no lo tengo muy claro, pero sí el del adolescente deprimido, y al fin y al cabo, el suicidio viene a ser una complicación de la depresión, que es una enfermedad que puede llegar a matar», sostiene el psiquiatra Eduardo Curbelo.

Según el sociólogo Pablo Hein, integrante del Grupo de Comprensión y Prevención Conducta Suicida de la Universidad de la República, entrevistado por Montevideo Portal, «hay factores socioculturales por detrás» del alto índice de autoeliminación.

«Creo que a la tercera edad es el abandono que le hacemos, en un sentido muy amplio, cultural, social y económico. La tercera edad en Uruguay no existe, es abandonada. No le damos a la tercera edad círculos sociales, quedan solos y se encierran en sus casas», manifestó. Esto viene bien para dimensionar correctamente nuestra verdadera preocupación por el Coronavirus. Hablamos de la cuarentena para proteger a nuestros abuelos, sin embargo está claro que muchos se sienten solos y desantendidos a lo largo de sus últimos años de vida.

El enemigo invisible en este caso está vinculado a patrones egoístas y poco solidarios con nuestros abuelos. Culturalmente no hemos sido capaces de atender una demanda necesaria que plantea la tercera edad de sentirse útil y acompañado. ¿Por qué en líneas generales los apartamos?

Es una pregunta que deberíamos respondernos en tiempos de pandemia.

Es evidente que la salud de los uruguayos está siendo atacada por varios flancos, en algunos casos, somos nuestros propios enemigos.

Como hemos dicho en varias ocasiones, el coronavirus nos presenta una hermosa oportunidad para empezar a abordar la salud de los uruguayos de forma integral: el estado de nuestras aguas, cómo producimos y qué producimos, la aplicación de nuevas tecnologías que pueden ser extremadamente nocivas, la forma de alimentarnos y, muy importante, la manera en que nos vinculamos como seres humanos. Si lográramos plantear este debate, habremos aprovechado constructivamente la llegada del Covid-19. Si dentro de unos meses o un año, cuando ya haya pasado todo este pánico, volvemos a lo mismo, sería una mala noticia para todos nosotros.

Estamos en un momento único en este siglo. Sería muy sano de nuestra parte aprovechar para ver la realidad de una manera diferente y entender que la salud de todos los uruguayos es extremadamente valiosa no solo en tiempos de pandemia, sino todos los días.

Profesor Rafael Suárez

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