La revelación de viajar al Chuy

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Viajar al Chuy resultó toda una revelación. No me estoy refiriendo a una luz espiritual en el camino de Montevideo a Rocha que permite acercarse a la naturaleza, me refiero a los precios que generan indignación para los que vivimos en la capital.

 

 

Resolvimos viajar al Chuy un día de semana atraídos por los rumores acerca de los precios bajos cruzando la frontera y la posibilidad de comprar alguna promo en los free shops.

También quisimos hacer la ruta «larga» cruzando por el nuevo puente de la Laguna Garzón para conocerlo.

Más allá de recorrer los 330 km para ir y luego para volver el mismo día, lo más cansador fue comprobar la distancia abismal que existen en determinados artículos apenas cruzando la calle.

La idea era arrancar temprano pero nos demoramos. Terminamos saliendo desde Malvín a las 9. Tomamos la rambla hasta El Pinar, cruzamos el Arroyo Pando con el sistema del Telepeaje (que es muy recomendable) y continuamos hacia el este en una ruta con poco tráfico.

Cuando llegamos a Pan de Azúcar mantuvimos la idea de cruzar por el Puente Garzón así que no doblamos hacia la ruta 9. Seguimos hasta Punta del Este, recorrimos un poco la rambla que ofrecía esa vista brillante y doblamos por Chiverta hacia La Brava. En el puente de La Barra hicimos el típico acelere para sentir las cosquillas en el estómago y continuamos hacia José Ignacio. Allí la ruta por momentos se enlenteció debido a algún camión que iba despacio, pero entre charlas y radio se llevó muy bien.

Viaje al Chuy por el Puente Garzón

Viaje al Chuy por el Puente Garzón

A eso de las 11:30 llegamos al nuevo y polémico Puente Garzón. La inversión millonaria quedó muy buena para ser sinceros. Si bien no es un puente exuberante cumple su tarea perfectamente y ofrece una estética bien acabada y funcional. Si bien pierde el encanto y el romanticismo de cruzar en balsa «artesanalmente» permite disfrutar de otro dinamismo y depender de uno mismo para seguir de largo.

Nos quedamos 5 minutos y luego continuamos nuestro viaje al Chuy. Lo que vino fue lo peor del camino. 22 kilómetros de balastro. Polvo, pedregullo, pozos, arenillas y golpes de piedritas en la chapa del auto. Seguramente llegará el día en que el asfalto llegue a esa zona de Rocha, limítrofe con Maldonado, pero hasta el momento la única ventaja que tiene ese recorrido es el del zafar del peaje.

Recobramos la ruta y pudimos aumentar la velocidad. De unos 60 km en la hora alcanzamos casi el doble.

A eso de la 1 culminó nuestra primera etapa de viajar al Chuy. Pasamos la aduana a la izquierda sin detenernos y nos fuimos directamente al centro de la ciudad fronteriza.

Lo primero que hicimos fue ir al baño! Para eso los mejores baños están en la sucursal de Casino del Estado.

Luego caminamos un poco por el Centro buscando a una gloria del básquetbol malvinense, Jorge «Colorado» Barbadora, quien está radicado allá. Al no encontrarlo y tras caminar unas cuadras viendo los precios en los free shops del lado uruguayo decidimos ir a comer. Lo primero que se nos vino a la cabeza fue buscar un speto corrido cruzando la calle. En una paralela a la principal encontramos uno que cobraba 250 pesos el tenedor libre con una coca cola de litro y un helado para cada uno de regalo. No era el mejor paisaje ni tenía una linda ambientación. Era un lugar de mesas de plástico y techos livianos, pero la comida estaba rica y abundante y comimos hasta quedar inflados: milanesas, chorizos, asados, pollo, cordero y ensaladas.

Luego del abundante almuerzo llegó el momento de ir de compras. Primero fuimos de recorrida por los free shops. Una promo de etiqueta roja 51 dólares para tener una idea. Allí compramos aparte del whisky, aceite de oliva a unos 200 pesos el litro, chocolates toblerone, cerveza a 1 dólar y shampoo.

lisboa

 

Luego fuimos de compras al supermercado Lisboa. Y aquí llegó la principal revelación de viajar al Chuy. Los precios se revelaron de una manera que nos hizo sentir indignación de lo que vemos en los supermercados en Montevideo. Compramos un pack de 12 pomos de pasta de dientes a 290 pesos, cuando cada pomo en el Disco de Legrand, para tomar una referencia en el barrio, está en los 115 pesos. Con lo que ahorramos en la compra de la pasta de dientes pagamos la nafta y los peajes ida y vuelta para viajar al Chuy y nos sobró plata.

Pero no terminó ahí. Infinidad de artículos estaban en precios con diferencias abismales. Las bebidas, artículos para afeitarse, el café, productos de limpieza y de farmacia a menos de la mitad del precio que acá.

La revelación de viajar al Chuy dejó en evidencia al gran mal de nuestro espiral inflacionario. Más allá de las previsiones optimistas del gobierno, lo cierto es que la suba constante de precios desborda los pronósticos y nos afecta cada vez que pisamos una gran superficie. Porque ahí están los principales responsables, los grandes supermercados que colocan sobreprecios que no necesariamente se vuelcan a los bolsillos de los empleados. ¿Si en el Disco, Devoto o Tienda Inglesa compramos 12 tubos de pasta de diente nos salen 1380 pesos, mientras que en el Chuy el costo suma 290, dónde está la diferencia? ¿Es tan caro el flete de Brasil a Uruguay? ¿Los traerá un chofer de Uber desde Colgate de Porto Alegre? ¿Será un tema de impuestos que no me enteré y son iguales que los cigarrillos con IVA especial?

Más que una sensación de revelación ver esos precios provocaron una necesidad de rebelión. Te sacan las ganas de ir al Disco (o cualquier otro gran supermercado) y comprar. Sentís que te roban la plata y más con los salarios que les pagan a sus empleados.

Tras corroborar los precios bajos en la frontera y con el auto medio cargado de productos del free shop y del super, tomamos la decisión de cruzar por la Barra del Chuy, ya que nos dijeron que allí los controles de la aduana eran casi inexistentes. No llevábamos productos para vender en la feria de los miércoles, pero no queríamos que algún funcionario se quedara con nuestras compras.

Llegamos al puente fronterizo donde había una gaceta blanca con un funcionario afuera. Pasaron dos autos delante nuestro donde el funcionario les habló amablemente, chequeó los autos desde afuera mientras nos hacía algunas preguntas y seguimos de largo.

Fortaleza de Santa Teresa, un paseo ineludible al viajar al Chuy

Fortaleza de Santa Teresa, un paseo ineludible al viajar al Chuy

En el regreso queríamos pasar por Santa Teresa, ese parque inmenso de paz, verde y mucho cielo abierto. Doblamos en la ruta a la izquierda y al aproximarnos a la entrada un militar nos detiene y nos pregunta si tenemos mascotas. Dijimos que no y nos dirigimos hacia la fortaleza. El paisaje era espléndido. En lo personal hacía tiempo que no iba pero su magia ancestral seguía en la memoria de mis ojos. Sublime a pesar de no ser verano.

Lamentablemente la fortaleza abre de miércoles a domingo y nosotros fuimos un martes. Nos prometimos volver en otro día de compras en el Chuy y luego bajamos por el camino hacia la zona de playas.

Playa La Moza, Santa Teresa

Playa La Moza, Santa Teresa

Obviamente que no nos íbamos a bañar. Pero qué linda es la Playa La Moza! Sus olas fuertes y persistentes, llenas de espuma y sal, te llenan los ojos de un paisaje encantador y agreste, distinto al que ofrece la Playa Malvín o la Playa Honda, en plena rambla de Montevideo.

Es que viajar al Chuy te permite vislumbrar contrastes. ¿Qué difícil sería para un malvinense vivir en una ciudad donde las playas están a varios kilómetros, donde no está el alma de la calle Orinoco, la manzana de la Escuela Experimental, la música potente de los tambores, el cantero de Concepción del Uruguay y el descanso en la mirada de la Isla de las Gaviotas? Desde ese lugar el Chuy nos causaría una gran depresión.

Llegamos a Montevideo sobre las 21 horas. Justo jugaba Peñarol por la Copa Libertadores ante Huracán. Llegué para ver los últimos partidos donde el conjunto mirasol necesitaba la victoria para salir del CTI. Recuerdo que el último minuto fue vibrante: gol anulado para Huracán y luego el cabezazo del arquero Guruceaga que en caso de validarse hubiera despertado más de una llamada teléfonica de la madre a programas de radio. Se apagó Peñarol en la Copa y mi energía también se acabó. Me preparé algo de comer y me apronté para acostarme…

Al otro día fui derecho al Disco para chequear los precios de la pasta de diente. ¡Y no te imaginás la calentura que me agarré cuando me desperté luego de viajar al Chuy!

 

 

 

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