Liliputense, nuevo aporte disfrutable de Luis Albornoz
Nuevamente nos complace compartir otra entrega formidable de Luis Albornoz. Con su sagacidad conceptual nos brinda un nuevo aporte: Liliputense
Liliputense.
Jonathan Swift, irlandés del siglo XVIII, fue un gran escritor satírico. Hace muchos años, sus obras se leían en la Rodelú, como literatura para niños. Podrían sonar así, pero no lo eran. Una de sus obras más conocidas “Los viajes de Gulliver”, pretendían al principio, un doble alegato: contra la hipótesis de la bondad natural del hombre al estilo Robinson Crusoe (Daniel Defoe), como contra la versión del “homo homini lupus” justificadora del Leviatán (Thomas Hobbes).
En sus viajes, Gulliver se encontraba tanto en tierras de enanos, como en tierras de gigantes, como en tierras donde gobernaban los “Houyhnhnm” (una especie de corceles habladores) y en la que los humanos eran una especie de brutos llamados “Yahoos”. En particular, las tierras habitadas por enanos (pigmeos, seres de minúscula estatura), se llamaba Liliput. En ella, se disputan feroces guerras entre dos sectas de liliputenses. El motivo: la discusión acerca de si los huevos cocidos debían romperse por la parte ancha o por la parte angosta del huevo.
Gulliver está al principio caracterizado como un personaje ingenuo (algo que compartía con el “Cándido” de Voltaire), que creía cualquier historia y se la toma en serio, pero a lo largo de sus viajes, debido a sus peripecias y a ir conociendo cada vez más la ruindad humana, va mutando lenta pero inexorablemente, hacia una especie de misantropía, que vuelve a su tierra natal y empieza a ver a casi todos, como si fueran “yahoos”. Se cree que Liliput era el nombre ficticio de la Gran Bretaña de la época. Hay otra versión menos conocida, según la cual, Liliput limita al sur con el Río de la Plata y en el resto de los puntos cardinales, con la penillanura suavemente ondulada.