Los Labios Violetas, nuevo relato corto de Luis Albornoz

Los labios violetas, nuevo relato corto de Luis Albornoz
Los labios violetas, nuevo relato corto de Luis Albornoz

En el último día de la Semana de Turismo compartimos un nuevo relato corto de Luis Albornoz: Los Labios Violetas

Los Labios Violetas.

Yevgueni Zamiatin, fue un escritor ruso, bastante desconocido, pero que a mi juicio fue uno de los precursores de las novelas distópicas. Ahora me referiré, a su novela “Nosotros” (escrita en 1920, publicada por primera vez en ruso en 1988, mi edición española es de 1975, Grupo Editor de Buenos Aires). Repito: es de 1920. Es una novela distópica, que influyera en Orwell (según su propio testimonio para escribir “1984”), ambientada en una sociedad futura donde la vigilancia y la represión por parte del Estado es total. Una breve sinopsis.

En una ciudad de cristal y acero del Estado Único, rodeada por un muro, más allá del cual, viven los hombres salvajes, la vida transcurre sometida a la autoridad del Bienhechor. En esa ciudad, los hombres-número trabajan con horarios fijos, siempre a la vista de todos y sin vida privada (por eso, el «yo» ha dejado lugar al «nosotros», que da el título a la novela). En esa sociedad, aparentemente reina la felicidad bajo la férrea tutela del Estado Único (el Bienhechor), al que todos deben una obediencia ciega. Han desaparecido nombres y apellidos, y en su lugar aparecen números, pues estos indican la igualdad entre todos los humanos. Los personajes visten igual, se alimentan de lo mismo, viven en departamentos de cristal a la vista de todos (y sobre todo, del Bienhechor), y tienen un horario de vida estrictamente regulado y controlado. Las relaciones sexuales están reguladas por el Departamento de Cuestiones Sexuales y los hijos que nacen pasan a manos del Estado Único.

Como fue dicho, en ese Estado perfecto, aparentemente reina la felicidad. Sin embargo, aún existen la envidia, la ociosidad, el deseo de libertad e incluso, el amor. El protagonista, D-503 tiene la desgracia de enamorarse de I-330. Pero en el Estado perfecto, el amor equivale a la rebelión, y el instinto sexual al deseo de libertad. El Bienhechor decide entonces extirparle a D-503 el «ganglio craniano de la fantasía y de la imaginación», dado que el Bienhechor considera que tales manifestaciones son secuelas de un estado anterior de la evolución y contraproducentes para la felicidad colectiva. Por lo tanto, se procede a la extirpación de tal ganglio a nuestro héroe, D-503, con lo que se extingue el amor por I-330, quien a su vez, es ejecutada por la Máquina del Bienhechor (sorry por el spoiler). El Bienhechor está siempre en guardia, dado que sabe, que más allá de los muros del Estado Perfecto, existen hombres nómadas, con energías tan indomables como productoras de infelicidad, por lo que nunca se produce la “última Revolución”.

Extraigo un breve diálogo, que puede ser ilustrativo (en el capítulo 13):

– Odio la niebla, la temo.
– Por eso la amas. La temes porque es más fuerte que tú. La odias, porque la temes. La amas, porque no puedes dominarla. Pues solamente cabe amar, a lo indomable.

***

Cierro con una breve anécdota personal. Tratando de recuperarme del daño que me produjo la crisis del 2002 en la República Oriental, fui a pasar la Semana Santa de Turismo en Villa Serrana. Allí, conocí a una bella dama, con quien hice una caminata y llevamos una conversación a tono con el lugar. Tres días más tarde, me la volví a encontrar, esta vez, en el Salto del Penitente. No es nada sorprendente. Mucha gente va a Villa Serrana en esas fechas, la mayoría de las cuales, también va al Salto del Penitente. Pero cuando uno está aspectado para lo indomable, dos casualidades son dos puntos y dos puntos se unen por una línea recta y una línea recta lleva a un tercer punto. Ese tercer punto, sucedió semanas más tarde en el bar “Los Yuyos”, sito en la ex–Larrañaga y Cubos del Norte. Allí, la Belladonna se inspiró con el tinto, hasta que los labios le quedaron violetas. Y empezó a hablar en forma ininterrumpida.

En determinado momento, arrancó con un movie-maker de entonces, un tal Michael Moore, que resultó ser un gordito comedor de pop-corn, que se hacía el interesante haciendo video clips contra el imperialista de G. Bush (h). No recuerdo cual fue el giro que hizo para conectar, pero acto seguido la emprendió con las alabanzas de la Revolución Rusa. Seguramente, al clavar un trozo de molleja, hice algún gesto que sonó a crítica, por lo que la Belladonna empezó a tirarle todo el fardo a Stalin y a contarme casi extasiada, que desde hacía muchos años y hasta ahora, ella tenía un póster de Lenin en el living de su casa. Creo que fue en ese momento, que auxiliado por todos los Orixás, decidí no entrar de ninguna manera en ese living, porque no debe haber nada menos erótico, que entrar y toparse con la imagen de Joaquín Morales Solá.

¿Cómo puede ser que dos puntos rodeados de la belleza natural de Villa Serrana, lleven a un tercer punto en “Los Yuyos” y que éste se vea amenazado por tal imagen? Esto lo tendrán que explicar las matemáticas y sus “puntos de inflexión”. Porque lo que es a mí, aguanté estoicamente el resto de la velada, siempre auxiliado por el tinto, las mollejas y los Orixás y emprendí una veloz retirada a una zona liberada. Igual me tuve que fumar las alabanzas y las maravillas del Bienhechor. Todavía me acuerdo. Tanto, como de aquellos labios violetas. Fin. 

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *