La originalidad del MUS y los peligros que lo acechan. Por Marcelo Marchese

La originalidad del MUS y los peligros que lo acechan. Por Marcelo Marchese
La originalidad del MUS y los peligros que lo acechan. Por Marcelo Marchese

La originalidad del MUS y los peligros que lo acechan. Marcelo Marchese pone un tema vital sobre la mesa. ¿Cuáles son los peligros que acechan al Movimiento Uruguay Soberano? Excelente aporte!

La originalidad del MUS y los peligros que lo acechan. Marcelo Marchese

Todos los movimientos políticos, religiosos y artísticos que quisieron cambiar la vida, fueron derrotados y convertidos en otra función del poder.

Ahí tenemos los ejemplos de los tupamaros, hoy administradores del capital financiero, del cristianismo, que derivó en la Iglesia y su Inquisición, y del surrealismo, que terminó haciendo juicios contra sus miembros bajo el influjo stalinista.

¿Por qué han fracasado siempre estos movimientos? La respuesta simple es que no tuvieron la fuerza suficiente para cambiar la realidad, por lo que la realidad los cambió a ellos. La respuesta compleja es que no pudieron desarrollar una cultura superior a la cultura que querían suplantar, lo que significa que en la pelea con la otra cultura, terminaron contaminados por la otra cultura.

Un escritor dijo una vez: “Quien pelea con monstruos cuídese de no convertirse en monstruo”. Otro escritor, llamado Galeano, dijo lo mismo de esta manera: una persona se miraba al espejo y un amigo le pregunta qué hace, y contesta: “estoy estudiando al enemigo”.

Pongamos un ejemplo histórico, la Rusia del 17 que declaró la paz y se retiró de la guerra imperialista. Rusia necesitaba la paz, pero una coalición de veinte países la invadió apoyando a los contrarrevolucionarios. El resultado fueron tres años de guerra devastadora ¿Podían los rusos escapar de la guerra? El sistema los obligó y eso terminó de hundir a aquella revolución, pues en la guerra, en la dinámica de la matanza del enemigo, se suprime toda tendencia de hermandad, de creación de una nueva sociedad.

O se hace el amor o se hace la guerra.

Por lo que sabemos, el MUS es algo inédito. Hay grupos de mujeres, de trabajadores portuarios, de jubilados o de productores rurales, pero no hay grupos de ciudadanos, lo que significa que no hay grupos por la soberanía, ya que al hacer un grupo de ciudadanos necesariamente se está haciendo un grupo por la ciudadanía. El MUS vino a traer algo nuevo.

Como la pérdida de soberanía significa el robo de nuestros recursos, la ruina de nuestra sociedad y el fin de la democracia, el MUS eligió un blanco al que apuntar que reúna esas tres cosas: los contratos secretos. Sólo el MUS encaró eso, y luego, se sumaron organizaciones.

Desde el día del nacimiento del MUS, el capital financiero lo tomó como un peligro: de ninguna manera podía ser difundido a nivel nacional, y menos aún, mundial. Si el MUS no llegara a las firmas, pero su ejemplo cundiera a nivel global, habría cumplido un rol histórico que lo situaría como triunfador, y si triunfara en el plebiscito, la victoria sería total y el ejemplo una chispa en la pradera.

Así que la primera acechanza es la censura, que te complica avanzar, y eso te puede desmoralizar.

La segunda acechanza es el ambientalismo, una ideología emanada del capital financiero para culpar al hombre, lo que equivale a liquidar el concepto de democracia (si destruimos el planeta y somos una peste, mal podríamos gobernarlo) Otra función del ambientalismo es oficiar de disidencia controlada, ya que el ambientalista hace una crítica al poder que ocupa el lugar de la genuina crítica al poder y refuerza al poder, pues si te critican con argumentos flojos, te fortalecen.

Hay una tercera función del ambientalismo: boicotear al soberanismo y en especial, al MUS.

Las dos primeras acechanzas son fácilmente reducibles, sólo que llevarán tiempo, ahora, la tercera, es la más jodida, pues está dentro nuestro, y como está dentro nuestro, cuesta verla, pues uno tiende a ver lo que está afuera, por ser más fácil y menos comprometido.

Como todo en el MUS es nuevo, son novedosos sus límites ¿Quién es del MUS? ¿Alguien que integra sus grupos de whatsapp? ¿Quien participa en su página de instagram? ¿El que sólo lee lo que sucede allí o en el facebook? ¿Aquel que junta firmas sin estar en contacto más que con una persona para entregarlas?

Un primerísimo peligro sería creer que el MUS tiene límites definidos como lo serían los de un partido político. Eso llevaría a decirle al otro “yo soy esto y vos no”, cuando el único “vos no” que hay es el capital financiero y sus empleados: autoridades, académicos, periodistas y ambientalistas. Todos los demás son “nosotros”, y si no lo son hoy lo serán mañana, así que es lo mismo.

Esos límites indefinidos, o si querés, definidos en función de una idea, la soberanía, una idea que debemos permear a toda la sociedad, nos permitían pulsar en facebook el estado de ánimo del MUS, no sea cosa de tomar decisiones en contra de ese estado de ánimo, un aspecto esencial de la llamada “coyuntura”, una cosa cambiante, pues cambia el estado de ánimo y cambian los hechos que impone el enemigo y que imponemos nosotros.

La pandemia aniquiló nuestro grupo en facebook y nos llevó a los chats de whatsapp, pero cometimos un error: atomizamos en veinte chats la discusión. Por otro lado, si en whatsapp hay a lo sumo setecientas personas, en Instagram tenemos cincuenta mil, pues ya nos cortaron el crecimiento ahí también. Así que ahora pulsamos al realidad en función de lo que piensa esa pequeña estructura de setecientas personas, en vez de pulsar en los veinticuatro mil semi ocultos que tenenos en facebook, o en los cincuenta mil de Instagram, y estos, además, son jóvenes, el futuro del MUS.

La razón por la cuál se priorizan los setecientos y no los cincuenta mil, y más aún, no se prioriza pulsar en los setecientos, los veinticuatro mil y los cincuenta mil, no hay otra forma de llamarla que “espíritu de secta”, ya que en esta vida complicada, ser de algo o parte de algo te da cierta paz, y si ese algo no es de los ungidos por la secta sino de todos, no sirve para identificarme y recibir la paz que preciso.

Esta tendencia es peligrosa, ya que altera los límites difusos del MUS, clave de su victoria, es enemiga del concepto “ciudadanía” y va radicalmente en contra de nuestra consigna, que dice que el poder está en vos.

Existe otra novedad del MUS, su estructura sin jerarquías. Como en toda actividad humana, hay personas más influyentes que otras, pero eso no se da por grado o título, sino por su capacidad de trabajo, su talento o bondad. Sin embargo, al término de la pandemia surgió un grado, el “referente”, y luego, el grado en la cúspide de la pirámide, “los fundadores”, que sólo lo ocupan dos jefazos.

Así que en la estructura sin jerarquía nacieron tres niveles: los fundadores, los referentes y los sin nombre. Ni siquiera tienen nombre, cuando sin nombre no sos nada, y nuestra consigna es que el poder está en vos, por lo que asumimos de entrada que tenés un nombre.

Vivimos en una sociedad que nos permea, una sociedad llena de grados ¿De dónde vienen esos grados?

Es de suponer que durante millones de años, cuando vivíamos en hordas, había un jefe de la manada. Ese fue el primer grado, y ese es nuestro principal peligro, algo que llevamos en la sangre ya que lo vivimos por millones de años.

Luego, o al mismo tiempo, surgieron los chamanes. Por un lado había un poder político y por el otro un poder espiritual. Hace apenas diez mil años, tras la crisis alimentaria de la prehistoria, surgieron los Estados, con sus reyes, su casta sacerdotal, sus contadores, sus escribas, sus artesanos y en particular, sus esclavos, que no eran otra cosa que las tribus vencidas.

Nuestros grados actuales devienen de la baja Edad Media, el principio del mundo moderno: la aristocracia (rey, príncipe, duque) la Universidad (maestro y discípulo, como en todo gremio medieval, y dentro de los maestros, del 1 al 5) y la Iglesia, desde el Papa hasta el último monaguillo.

Así que tenemos a los jefes de los bancos (terrible jerarquía) y a nosotros. A las autoridades del Estado y a nosotros. Al jefe de la fábrica o lo que sea donde trabajemos y a nosotros. A los médicos y su jerarquía militar y a nosotros. Creer que nada nos hace este tsunami jerárquico venido del fondo del tiempo y que se diversifica de manera insoportable, sería cosa de necios.

Vuelve a mí el hombre del espejo del que habla Galeano. Escribí esto para el MUS, pero mi concepción del MUS es la más amplia imaginable, pues estoy harto de las derrotas que nos antecedieron y es de sabio aprender de los fracasos, y como mi concepción del MUS es la más amplia imaginable, escribí esto para toda persona de buena voluntad.

Dicen los malvados que a las palabras se las lleva el viento. No estoy de acuerdo. A las palabras las trae el viento.

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