Qué simboliza la luna para los charrúas?

En estos días hemos visto una luna extremadamente hermosa y potente. Muy disfrutable en cielo abierto. Al verla recordamos lo que simboliza la luna para los charrúas. ¿Cómo la llamaban?
Infinidad de culturas y pueblos han dado muestras de inmensos simbolismos en elementos fuera y dentro del planeta Tierra. Para la gran mayoría de los primeros hombres y luego las primeras civilizaciones la mayor divinidad fue y es el sol. Así lo vemos en el Antiguo Egipto, Roma, el Imperio Azteca o Inca. A nivel laico o político vemos que nuestra propia bandera de Uruguay tiene al sol como elemento clave. Pero los charrúas colocaban el acento en otro elemento: la luna. ¿Qué simboliza la luna para los charrúas?
Ayer nos encontrábamos en las serranías de Minas y pudimos apreciar una luna hermosa y «gordota». Enseguida llegó a nuestra memoria el simbolismo que tiene nuestro satélite en el pueblo charrúa.
Recordemos que los charrúas vivían principalmente en el centro medio del Río Negro (Río Hum para ellos), y sobre sus afluentes principales como el Río Tacuarembó y Río Yí. Algunos investigadores afirman que se instalaron hace unos 3.000 años, desplazando a otra cultura más antigua, que según hallazgos arqueológicos, habitaba este territorio.
Para los historiadores, los charrúas, así como los minuanes, bohanes, tehuelches, araucanos, querandíes, patagoneses, tenían un origen común y por lo tanto hábitos, costumbres e idiomas similares.
Eran nómades por naturaleza, y generalmente vivían en las costas de los ríos que citamos anteriormente, con predilección por los grandes médanos y las dunas de arena que abundan en los mismos. Allí hacían sus tolderías, en grupos de no más de 2 o 3 familias por paradero para aprovechar mejor la comida que podían obtener en esa zona. Debemos recordar que el sustento provenía fundamentalmente de la caza de animales salvajes y en esa época no existían grandes animales que dieran de comer a un gran número de personas. Por ello se distribuían en grupos pequeños, diseminados por la región.
Los recién nacidos charrúas son presentados a la luna por sus padres para tomar de ella una “energía” o “hálito”. Es lo que en la cultura occidental se podría definir como un bautismo, un despertar del individuo como consciencia amparado en un cosmos que lo vincula eternamente.
Dice la leyenda que los charrúas vendidos por Fructuoso Rivera para ser expuestos en jaulas en Francia emitieron una señal acerca de la luna. Micaela Guyusuna, mujer embarazada, Vaimaca Perú, Senaqué y Laureano Tacuabé fueron los cuatro encerrados en jaulas en París.
Cuando uno se enteró que el otro había muerto, afirmó observando al cielo: “Volvió, él volvió”. Los franceses que los custodiaban pensaron que por un tema de lenguaje no había entendido bien e intentaron explicarle mejor que había fallecido. Pero no había sido una mala interpretación. Para los charrúas el que muere regresa al lugar donde fue presentado a la luna siendo bebé para cerrar el ciclo que se inició al nacer. Por lo tanto, el charrúa que había fallecido había regresado al Uruguay, al menos su alma, o la energía o el «hálito».
Es claro que los charrúas conocían las fases de la luna. Tenían presente que las lunas llenas sucesivas marcaban el año lunar, tres lunas llenas por estación, pero al llegar a cada solsticio de invierno se aumentaba una luna para la estación siguiente.
Cada cierto período de años los charrúas más ancianos o sabios señalaban que los ciclos lunares se habían desfasado con relación al solsticio de invierno, y entonces se agregaba otra luna más a la estación siguiente.
Según las leyendas charrúas a la luna se la llama Guidaí. La luna tomaba ese nombre cuando debía curar, energizar y fortalecer a los espíritus protectores que deambulan la noche, las fuerzas de la naturaleza.
Por eso los charrúas presentaban a cada recién nacido a la primera luna llena, desnudo, mostrándose y acompañado por el resto de la comunidad. La luna era la protección y escudo de este nuevo ser nacido. A veces sucedían acontecimientos extraordinarios en la ceremonia y el nacido recibía el nombre Guidaí (energía lunar) en secreto por lo que no era desvelado fuera de la comunidad. Si era la luna la que elegía al bebé en ese tipo de bautismo, éste recibiría una bendición excepcional y brindándole poderes extraordinarios.
Para ellos toda la vida está comprendida entre la primera inspiración, el llanto inicial del bebé y la última espiración, la de la muerte. Y en ambos casos la luna juega un papel central. Al nacer se le presenta a ella y al morir es al lugar donde regresa.
En el mundo guaraní sucede algo similar. Una cosa es Jasy, la luna como medida de ciclos agrícolas o embarazos; y otra cosa es Ñasaindy, la energía lunar que protege y fortalece, lo que los charrúas denominan Guidaí.
Vale la pena observar la luna desde este simbolismo. Esperemos que haya quedado más claro qué simboliza la luna para los charrúas, uno de nuestros pueblos originarios.